19 julio 2007

 

Tania


Te veo junto a Juan Pablo, Miguel, la Paty y todavía no lo puedo creer.

Eran las 7 de la mañana. Una mañana oscura de este crudo otoño. La radio Cooperativa sonando como de costumbre, para torturarse con que te digan la hora a cada rato y saber que te estás atrasando, al son de ese tamborileo que indefectiblemente me recuerda a la dictadura, saliendo cada mañana apurado al colegio, luego de escuchar las noticias trágicas.

Fue ese mismo sino el que me persiguió y me cogió de sorpresa ese día. Mientras me ponía la ropa luego de la ducha escucho un nombre familiar. No lo proceso en ese momento –la defensa cerebral inmediata, no, no puede ser– para unos segundos después reflexionar que había escuchado bien: Tania Goles. Sí, habían nombrado a mi compañera de curso en la radio. Subo el volumen y Sergio Campos describe en forma dantesca como un chofer de micro criminal atropelló y mató a la Tania.

Me quede sin respiración y tuve que sentarme varios minutos para procesar la noticia. Perplejidad, desorientación, pena, rabia, incredulidad. A los minutos, las llamadas telefónicas, los saludos, compañeros que nos hemos visto hace tiempo, preguntando por la hora del velorio y el funeral: horror.

Imposible no recordar a ese puñado de niños de 17 y 18 años que llegamos el 90 a la U, a la gloriosa Escuela de Derecho, llenos de sueños, concientes de que íbamos a cambiar Chile y el Mundo –la arrogancia de la juventud– bellos o embellecidos por nuestros sueños, embriagados de vida, borrachos de sabor y de color.

Tania, te recordé con cariño, recordé nuestra última conversación hace un año, en la Escuela, trivial, sin grandilocuencia ni frases para el bronce, y por lo mismo exquisita. Recordé tu belleza y tu carácter de los Balcanes, tus arengas socialistas y tus burlas a los radicales, me acordé de esa comida en la casa de tus papás, de las conversaciones con tu papá, ese gran personaje, izquierdista rotundo y bonachón, y ese licor yugoslavo que me dejó viendo estrellas.

Por qué mierda tiene que existir la muerte. Por qué te arrebató a ti y no a tantos canallas que la merecen. Parece que la Parca no es asunto de méritos, sino de misterios. Y viene para que reflexionemos en banda: ¿valió la pena tanto desvelo en cosas que no fuera ser felices, conocerse a concho y disfrutar en la U? ¿Cuántos minutos menos de disfrute tuvimos por ocuparnos de tonteras? ¿Cómo llega y nos arroja del mundo sin aviso?

En fin, se que son lugares comunes, pero no se me ha pasado la rabia con tu partida, Tania. Ni Némesis ni nuestro Señor Jesucristo podrán convencerme que hay algo de justicia en la muerte. Pero nadie nos arrebatará el privilegio de haberte conocido y tu paso luminoso por nuestras vidas. Cuídate Tania. Como no soy tan materialista, creo que nos vamos a encontrar… por ahí.

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