19 julio 2007

 

Tania


Te veo junto a Juan Pablo, Miguel, la Paty y todavía no lo puedo creer.

Eran las 7 de la mañana. Una mañana oscura de este crudo otoño. La radio Cooperativa sonando como de costumbre, para torturarse con que te digan la hora a cada rato y saber que te estás atrasando, al son de ese tamborileo que indefectiblemente me recuerda a la dictadura, saliendo cada mañana apurado al colegio, luego de escuchar las noticias trágicas.

Fue ese mismo sino el que me persiguió y me cogió de sorpresa ese día. Mientras me ponía la ropa luego de la ducha escucho un nombre familiar. No lo proceso en ese momento –la defensa cerebral inmediata, no, no puede ser– para unos segundos después reflexionar que había escuchado bien: Tania Goles. Sí, habían nombrado a mi compañera de curso en la radio. Subo el volumen y Sergio Campos describe en forma dantesca como un chofer de micro criminal atropelló y mató a la Tania.

Me quede sin respiración y tuve que sentarme varios minutos para procesar la noticia. Perplejidad, desorientación, pena, rabia, incredulidad. A los minutos, las llamadas telefónicas, los saludos, compañeros que nos hemos visto hace tiempo, preguntando por la hora del velorio y el funeral: horror.

Imposible no recordar a ese puñado de niños de 17 y 18 años que llegamos el 90 a la U, a la gloriosa Escuela de Derecho, llenos de sueños, concientes de que íbamos a cambiar Chile y el Mundo –la arrogancia de la juventud– bellos o embellecidos por nuestros sueños, embriagados de vida, borrachos de sabor y de color.

Tania, te recordé con cariño, recordé nuestra última conversación hace un año, en la Escuela, trivial, sin grandilocuencia ni frases para el bronce, y por lo mismo exquisita. Recordé tu belleza y tu carácter de los Balcanes, tus arengas socialistas y tus burlas a los radicales, me acordé de esa comida en la casa de tus papás, de las conversaciones con tu papá, ese gran personaje, izquierdista rotundo y bonachón, y ese licor yugoslavo que me dejó viendo estrellas.

Por qué mierda tiene que existir la muerte. Por qué te arrebató a ti y no a tantos canallas que la merecen. Parece que la Parca no es asunto de méritos, sino de misterios. Y viene para que reflexionemos en banda: ¿valió la pena tanto desvelo en cosas que no fuera ser felices, conocerse a concho y disfrutar en la U? ¿Cuántos minutos menos de disfrute tuvimos por ocuparnos de tonteras? ¿Cómo llega y nos arroja del mundo sin aviso?

En fin, se que son lugares comunes, pero no se me ha pasado la rabia con tu partida, Tania. Ni Némesis ni nuestro Señor Jesucristo podrán convencerme que hay algo de justicia en la muerte. Pero nadie nos arrebatará el privilegio de haberte conocido y tu paso luminoso por nuestras vidas. Cuídate Tania. Como no soy tan materialista, creo que nos vamos a encontrar… por ahí.

25 abril 2006

 

El Empleo Juvenil y el Grito de Francia. ¿Cómo estamos por casa?


Para enfrentar desde el Estado y las políticas públicas la problemática del empleo hay dos grandes visiones: la primera nos dice que es un mero problema de asimetrías de información en el mercado del trabajo; la segunda, que es un problema inherente al modelo económico, y que por ende, necesita ser enfrentado por el Estado, con un “enfoque de derechos”.

La distinción no es baladí. Si asumimos la primera concepción, la solución está dada por la sola información de mercado, vale decir, conectar a la oferta con la demanda de empleo. El “precio” de la mano de obra, en consecuencia, se fija por el mayor valor que el trabajador exhiba dentro de ese mercado, lo que moverá al empleador a contratarlo y a pagarle más.

Al Estado, en dicha concepción, le asiste sólo un rol de intermediador laboral, de facilitador de información para lograr que la oferta y la demanda de trabajo se encuentren.

Esta concepción tiene una grave falencia. Supone que la “culpa” del desempleo es del trabajador, vale decir, que por su falta de competencias básicas de empleabilidad (escasa formación específica, educación básica o media incompleta, exclusión de la educación superior, etc.) los empleadores no están dispuestos a pagar más por el trabajo ni están dispuestos a la contratación. En esa misma línea, las “rigideces” del derecho del trabajo (pagos de indemnizaciones, ingresos mínimos fijados por ley, pagos obligatorios de cotizaciones previsionales y de salud, etc.) conspiran contra el pleno empleo, ya que implican un “impuesto al trabajo” un gravamen a la actividad productiva del empresario. El epónimo de esta tendencia es el dogma de la “flexibilidad laboral” prédica permanente del neoliberalismo, y su corolario, la jibarización de los elementos protectores de la legislación laboral.

En cambio, si asumimos la segunda concepción, la “culpa” del desempleo no es del individuo trabajador, que solo, por sí y ante sí, debe mejorar sus competencias para alcanzar mejores condiciones de empleabilidad, sino que es un problema del modelo económico, que la sociedad debe asumir como tal, y en un imperativo ético irrenunciable, actuar para que el trabajo sea efectivamente un derecho de quienes constituimos la sociedad chilena como una comunidad ética, actuar para remover las estructuras sociales que impiden la igualdad en dignidad y derechos. En esta concepción decimos que el Estado debe promover “políticas activas de empleo”.

El “grito de Francia”, esas multitudes de jóvenes que salieron con fuerza a protestar a las calles en contra del proyecto de ley de Villepin, deben ser un fuerte llamado de atención para quienes tienen a su cargo las políticas activas de empleo en Chile. El proyecto francés respondía con una ortodoxia llevada al paroxismo a la primera concepción descrita: la culpa del desempleo juvenil es de los jóvenes. Para incentivar su contratación, entonces, debía desrregularse el contrato de trabajo juvenil, eliminar sus derechos, y la legislación protectora, eliminar las indemnizaciones en caso de despido injustificado, o dicho derechamente, otorgar libertad absoluta al empleador para despedirlos por cualquier causa, ya que en tal paradigma, la legislación protectora constituye trabas insalvables a la contratación. Como la culpa es del trabajador, subsidiamos al empresario, liberándolo del cumplimiento de la ley y expoliamos derechos a los trabajadores jóvenes.

Los jóvenes franceses le han dicho al mundo “basta”. Basta de abusos, basta de solucionar los problemas estructurales de la economía echando mano a los derechos y aboliéndolos. Basta de flexibilidad laboral. Sí a los derechos de los trabajadores. Son las respuestas que sociedades civiles organizadas dan cuando se juega con sus derechos, bajo el dogma de la economía neoclásica, que bajo la vertiente neoliberal ha llevado al mundo al salvajismo económico, a un “estado de naturaleza” hobbesiano, pero peor aun que la concepción de Hobbes, ya que a diferencia del filósofo británico que utiliza la figura como pretexto para construir a partir de él su modelo de República Eclesiástica y Civil, para los discípulos de von Hayeck y Milton Friedman la concepción del hombre como lobo del hombre parece estar legitimada.

En Chile el desempleo juvenil es tres veces más alto que la tasa de desempleo general. ¿Cómo impulsaremos las políticas de empleo en este segmento de la población? El enfoque mercantilista puede haber servido en el pasado, pero no es suficiente. Si algo podemos aprender del mundo global, sabremos que la solución francesa de Villepin no es solución. Se requiere un enfoque de derechos, que no implique la pérdida de garantías laborales, tan precarios en Chile si nos comparamos con las naciones europeas e incluso con algunos de nuestros pares de la Región.

Después de décadas de la aplicación del dogma de la flexibilidad laboral en Chile, parecemos asistir a su ocaso. El gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, ha asumido como imperativo la construcción de un Sistema de Protección Social. Específicamente en el contexto del empleo juvenil ha impulsado dos políticas fundamentales en este ámbito. Subsidios a la contratación de jóvenes del programa Chile Solidario, es decir, jóvenes excluidos socialmente y en condiciones de pobreza extrema, que lleva asociado un plan de capacitación, apresto laboral y acompañamiento en la búsqueda de empleo; y un proyecto de ley recientemente enviado al Congreso Nacional, para bonificar la contratación de trabajadores aprendices en la empresa, jóvenes de hasta 25 años, en que el Estado (vale decir, la sociedad concebida como comunidad ética) va a bonificar un 50% del ingreso mínimo mensual por 12 meses a los jóvenes que sean contratados en planes de formación dual, a cargo de un maestro guía de la empresa, de modo tal que sean además capacitados durante su período de empleo. El programa de aprendices es una de las respuestas que podemos dar como sociedad a la problemática del desempleo juvenil.

Otro elemento de exclusión de los jóvenes del mundo del trabajo es justamente la carencia de formación tradicional que muchos de ellos pueden exhibir (educación básica y media incompletas y falta de estudios técnicos o profesionales formales). Otro de los proyectos de ley en actual tramitación, presentado bajo el mandato del ex Presidente Ricardo Lagos, es el que crea el marco de competencias laborales, que una vez aprobado, va a permitir validar y reconocer públicamente los aprendizajes que se obtienen en la actividad laboral, fuera de la educación formal. Este proyecto, cuando sea ley, va a establecer un sistema nacional de certificación de saberes (competencias laborales) aprendidos dentro o fuera de aula, de modo tal que los jóvenes trabajadores, aun sin formación técnica o educación formal, van a poder transparentar y hacer reconocibles con un sistema público de certificación, sus competencias técnicas, que adquirieron en el ejercicio de su actividad laboral.

Los derechos de los trabajadores, más aún de los trabajadores jóvenes, no deben ser jamás objeto de transacción en un mercado. Son producto de luchas centenarias, logros del movimiento obrero y sindical e imperativos de justicia en una sociedad que no puede seguir tolerando los niveles de desigualdad que exhibe. El trabajo y los derechos que a él van asociados, son un instrumento espléndido de distribución del ingreso y de promoción de la igualdad, que no pueden ser renunciados como eje de política pública. No aprendamos del gobierno francés, sino de su sociedad civil organizada, que dijo NO al abuso.

19 enero 2006

 

Declaración Secretaría de Derechos Humanos del Partido Socialista

Muy Estimad@s amig@s y compañer@s:

Queremos compartir con Uds. el orgullo de ser parte de un pueblo que es capaz de identificar claramente dónde están las oportunidades para seguir avanzando en mayores niveles de justicia social, que sabe derrotar a la oligarquía y abrirse paso con decisión hacia nuevas realidades sociales y culturales.

Nuestro pueblo ha dado un paso histórico, internacionalmente observado y valorado, en la lucha por el igual reconocimiento de la dignidad de hombres y mujeres y por el destierre de todas las formas de discriminación. Ello es una gran noticia para la vigencia de los derechos humanos y para la construcción de una sociedad que sepa venerar la Dignidad Humana en todas sus dimensiones.

Todos Uds. han sido parte de ese esfuerzo histórico. Por lo que junto con compartir nuestra tremenda alegría, queremos hacerle llegar nuestros agradecimientos a cada uno de Uds. que contribuyó con uno o más granos de arena a levantar ese dique democrático que ha permitido darle un gran frenazo a las aspiraciones restauracioonistas de los que hasta hace poco eran parte o apoyaban abiertamente a la Dictadura.

A todos, a nuestros camaradas y militantes de los partidos aliados de la Concertación. A nuestros amigos y amigas del Juntos Podemos y a todos los demócratas sin partido. En fin a todos los que nos acompañaron e hicieron posibe la gran gesta cívica de ayer: A TODOS Y A TODAS , MUCHAS GRACIAS!!!

Esperamos que podamos reencontrarnos muy pronto, en esos espacios de diálogo y participación que será nuestro deber prioritario impulsar para lle var adelante el Programa de Michelle Bachelet, especialmente en materia de derechos humanos, y así ayudar a que Chile se reconstruya como una comunidad ética que comparte real y profundamente los valores del respeto a la Dignidad Humana .

Reciban un abrazo fraternal,


SECRETARÍA NACIONAL DE DERECHOS HUMANOS
PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE


16 DE ENERO DE 2006.

09 enero 2006

 

¿DEL HUMANISMO CRISTIANO BELIGERANTE DE PIÑERA AL AGNOSTICISMO NO MILITANTE DE BACHELET? Por Eric Eduardo Palma González, Doctor en Derecho

La estrategia electoral de Piñera ha repuesto en el debate político nacional dos temas que caracterizaron la política chilena de fines del siglo XIX, a saber, la lucha entre católicos y laicos y la cuestión social.

El discurso del candidato quejándose por la ineficacia de las políticas de la Concertación en generar empleo e igualdad, no es sino la manifestación en el siglo XXI de la cuestión social: el salario mínimo no alcanza a cubrir más de un tercio del mes para una familia de 4 hijos.

Que la Derecha atienda a la cuestión social no es nada nuevo, a principios del siglo XX, un caudillo, Alessandri Palma, que al parecer no es conocido por Piñera, convenció a un cierto sector del electorado que él encontraría la solución a la cuestión social. Obviamente no pudo, porque le fue imposible alterar el trato de mercancía, o recurso humano como se dice hoy día, del trabajo asalariado.

Lavín y Piñera pueden considerarse como la repetición en el siglo XXI de la figura del Presidente Alessandri Palma.

Cabría preguntarse entonces por qué lo que resultó exitoso en el pasado no tiene hoy por hoy el mismo impacto.

Para efectos de este comentario me parece digno de destacar como limitante del éxito que alcanzó el León de Tarapacá, el otro componente de la campaña presidencial de la Derecha en los últimos seis años, la diferenciación del país entre católicos y ateos, o entre católicos y agnósticos.

Lavín se ha encargado de citar a Dios cada vez que le ha parecido oportuno y en perfecta concordancia con su militancia católica conservadora, lo propio ha venido haciendo Piñera, claro, que con un afán mucho más utilitarista: erosionar el electorado DC de la Concertación.

Sin embargo, su equipo electoral ha errado en el tono de la invocación transformando la propuesta en una demostración de catolicismo beligerante.

El suyo no es un cristianismo que convoca sino uno que discrimina entre buenos y malos. En él, el catolicismo aparece como demostración de integridad moral y de posesión de la verdad. Incluso se ha llegado a admitir que los no católicos podrían ser hijos o hijas del Diablo.

El error de este discurso radica en que desconoce la convivencia entre un agnosticismo, e incluso ateismo, no militante, y un humanismo cristiano observante y al mismo tiempo tolerante.

La Concertación ha demostrado que la pugna católico – laica corresponde a una etapa de la convivencia nacional en que la cultura democrática y de derechos humanos era débil socialmente: parte de la elite chilena de fines del siglo XIX, por su legado de pugnas y guerras civiles (1829, 1851, 1859, 1891), no supo convivir a propósito de esta diferencia.

No ha ocurrido lo mismo en los últimos 16 años y ello se debe a que en la lucha contra la dictadura ciertos católicos y ciertos agnósticos y ateos, aprendieron a reconocerse y a respetarse. Como dice el filósofo chileno Miguel Orellana, aprendieron a tratar como valores lo que no viven como valores.

El sector ateo o agnóstico de la Concertación, partiendo por el propio Presidente Lagos, no ha adoptado una actitud militante a este respecto. Por su parte los sectores católicos y cristianos han mirado a sus compañeros de ruta como los hombres de buena voluntad a que se refería Jesús, que, sin ser creyentes, son amados como hijos por su Padre, el mismo Dios.

Si a Lavín, cuya militancia católica es incuestionable -incluso tiene una hija religiosa- este discurso destinado a separar las ovejas no le resultó, no se ve razón alguna para que sea exitoso en boca de Piñera: la compañía permanente de su hermano farandulero poco ayuda a relacionarlo con una actitud cristiana.

La población chilena ha percibido una práctica cotidiana de entendimiento entre sectores que en el pasado estuvieron luchando en las calles, se ha sensibilizado en materia de tolerancia porque ha visto a cierto grupo dirigente convivir en la diferencia.

¿Qué análisis hicieron Piñera y sus asesores que vieron como posible minimizar los efectos de esta práctica con un discurso de intolerancia? Mi impresión es que no repararon en que Chile ha experimentado un cambio cultural significativo en los últimos 16 años, y uno de los aspectos centrales de este cambio es el respeto de las ideas de los otros, lo que ha permitido que agnósticos, ateos y católicos encabecen la alianza política más exitosa de la historia de Chile.

24 noviembre 2005

 

Pitéate un Flaite

Ese es el nombre de la nueva campaña radial de Radio Carolina, emisora que en su web declara que su programación “...esta (SIC) dirigida a un público juvenil, ABC1 Y C2, entre los 15 y 25 años. Su programación está centrada, principalmente, a música anglo y latina, acompañada de entretenidos programas.”

Seguramente dentro de esos “entretenidos programas” dirigidos a los jóvenes chilenos con poder de compra, se enmarca esta singular campaña que derechamente llama a matar (échate significa en jerga coa, sencillamente, mata) a jóvenes que según la clasificación que los tolerantes y patriotas defensores de la “gente decente de este país” entra en la taxonomía de “flaite”, o sea, joven poco refinado, sin educación, pobre, ¿delincuente?.

Esos son los sinónimos que el subtexto de dicha campaña promueve con la expresión “flaite”. Es decir, no nos basta con la exclusión a que nuestra sociedad plutocrática y jerarquizada condena a los pobres, sino que además, se llama a través de una radio a eliminarlos, a estigmatizarlos y condenarlos como grupo. Eso se llama genocidio, y es una de las infracciones más graves al derecho internacional.

Y la sumatoria del estigma arroja inmediatamente, y sin paso reflexivo previo alguno, el adjetivo que más aterra hoy a los chilenos: el delincuente.

Como no tengo ganas hoy de teorizar mucho, y quiero actualizar rápidamente el blog, los invito al debate.

Sólo comentaré que en un país de verdad, los promotores de esta campaña estarían presos. Que ellos son el real peligro, promotores del odio racial, étnico, religioso, político y especialmente social.

Que Chile, como signatario del Pacto de Derechos Civiles y Políticos de la ONU, está obligado a reprimir ese tipo de conductas.

Que una cultura de paz y de derechos humanos sólo se va a construir si removemos las diferencias, las exclusiones y marginaciones, no si las promovemos.

Que como socialista, estoy convencido que las diferencias sociales no son naturales, sino artificialmente creadas, culturalmente validadas y necesarias para mantener un orden excluyente, donde la libertad, la autoconciencia y la autonomía de vida sólo sea patrimonio de unos pocos. Y que por lo mismo, debemos remover, junto con las estructuras sociales que las perpetúan.

Y por último, que la campaña que debiésemos promover es encarcela (en ningún caso “pitéate”) a un verdadero Flaite: a los que expoliaron a las empresas del Estado durante la dictadura y pasaron de modestos oficiales de ejército y funcionarios públicos, a multimillonarios, a los que desaparecieron a nuestros familiares por pensar diferente, a los que ejecutaron sumariamente a sus opositores, a los que torturaron y dejaron secuelas permanentes en sus víctimas, a los que nos encerraron con toques de queda, a los que manipularon los medios para desinformarnos, a los que promueven el odio, la segregación y la discriminación, y al principal responsable de esto, hoy paradójicamente arrestado en su domicilio por no pagar tributos por los robos que realizó mientras ejercía el poder total desde la usurpada Presidencia de la República, y luego como Jefe del Ejército, amparado con las constantes y soterradas amenazas de uso de la fuerza con que su círculo pretoriano lo protegía.

Radio Carolina está llamando a los jóvenes entre 15 y 25 años, ABC1 y C2, a matar a jóvenes pobres.

Haz algo útil: llama a la radio, mándale e-mails, cartas, comunicaciones, y diles que no vas a escuchar sus programas y no vas a comprar los productos y servicios de las empresas que los auspicien. Si esas son las únicas armas que la economía neoliberal nos entrega para defender nuestros derechos y los de todos, usémoslas.

24 septiembre 2005

 

¿Nueva Constitución?


El pasado 17 de septiembre tuve oportunidad de asistir al Palacio de la Moneda. Se trataba del acto público de promulgación de algunas enmiendas a la Constitución Política de la República de Chile, que introducen modificaciones no menores, que en todo caso hacen menos vergonzante el arreglo institucional post dictadura.

Esperando un sobrio acto en que se realizare la promulgación de las reformas y se hicieren votos por una constitución acorde a la voluntad popular, el régimen democrático, al estado de derecho y los derechos humanos (elementos que en otra ocasión tendré oportunidad de demostrar que no existen en la matriz del texto de 1980, y que estas enmiendas no tocan), me encontré con una pirotecnia teatral, digna de Leni Rifensthal o de Einsenstein.

Al son de Nabucco, hace su entrada el Presidente de la República, solo, desde el segundo piso del Patio de los Naranjos, descendiendo hacia una multitud variopinta, y que había ocupado las tribunas por estricto orden de llegada (al menos esa regla del régimen democrático se respetó). Luego, se da inicio a una liturgia llena de símbolos: la firma del texto enmendado, la entrega de una copia del mismo a los presidentes del Senado y la Corte Suprema, un sinnúmero de exhortaciones a ponerse de pie, sentarse nuevamente, cantar el Himno Nacional, ya no recuerdo si en el medio de la ceremonia o al final.

Todas cosas tolerables, por cierto, máxime tomando en cuenta que mi presencia en el referido acto era absolutamente voluntaria, y me había parecido un acto republicano inaugurar las festividades patrias concurriendo a la casa de los Presidentes de Chile a fin de darle más dignidad a la orgía de alcohol y excesos de comida con que habitualmente se celebra estas fechas. Mas, además era la oportunidad de reconciliarme con estas fechas, expoliadas por Pinochet y sus siúticos seguidores, quienes se apropiaron de la bandera, el escudo, la cordillera, los sauces llorones, y demás signos que ahora sólo son patrimonio de la derecha rancia, que canta al son de las tonadas pictóricas de los Huasos Quincheros o Ginette Acevedo, alusivas a la carreta, el caballo enfermo que se debe sacrificar, las torcacitas, mi banderita chilena y demás, sin pobres, problemas sociales, ni alma popular.

Pero lejos de ello, los rostros perplejos de muchos de los concurrentes se fueron desfigurando cada vez más, cuando comenzamos a escuchar, atentos, las palabras del Presidente, y los alcances que, según la Primera Magistratura de la Nación, tenía la firma de dichas enmiendas al texto constitucional. De pronto, nos encontramos con que no era un conjunto de reformas, sino una nueva Constitución, la Constitución Política de 2005, y no sólo eso. Cual taumaturgo aventajado, el Presidente auguraba que por el sólo hecho de firmar el texto con las reformas, se cerraba la transición a la democracia y llegaba la ansiada reconciliación nacional, por cuanto ahora teníamos un texto que nos representaba a todos.

Mi sorpresa mutó en terror de estarme volviendo demente, cuando escuché la entrevista que un periodista de Televisión Nacional realizó al mandatario. Ante la pregunta de si esta era una nueva constitución o la misma de 1980, reformada, el Presidente contestó que efectivamente era una nueva, al igual que la de 1833 se generó reformando la de 1828, y la de 1925 fue una reforma de la de 1833. A fuerza de repetición querrá convencérsenos que efectivamente estamos en presencia de un nuevo texto constitucional. Las dudas acerca de mi salud mental fueron disipadas cuando esa misma noche releí los cinco libros de historia constitucional de Chile que están en mi biblioteca.

La Constitución de 1833 surgió de las cenizas mezcladas con sangre de los campos de Lircay, que dieron el triunfo por la vía de las armas (resonando el pacifista lema “por la razón o la fuerza”) a los pelucones, quienes pusieron la lápida a los efímeros ensayos liberales y federalistas de los pipiolos, con ayuda de esa Carta Fundamental. El texto de 1925 fue fruto de la comisión constituyente a quien el Presidente Alessandri (luego de los ruidos de sables) encargó como tarea principal enterrar los asomos parlamentarios en que el régimen político había transformado la constitución, para destacar el poder del ejecutivo y apresurarse a evitar el llamado a una asamblea constituyente que el movimiento mutualista se aprestaba a hacer, y que dicho sea de paso, ya poseía un proyecto de constitución aprobado por sus bases de norte a sur, reunidas en el edificio del Teatro Municipal de Santiago, en el mismo año, 1925. Con todo, hubo ratificación plebiscitaria del texto.

Ambos textos fueron sucesivamente reformados, lo que permitió su adaptación a la evolución de las fuerzas democráticas que presionaban por cambios sociales significativos, durante todo el siglo XX.

Pero lo que se hizo en 1980 no tiene precedentes. El plebiscito, en que además de la aprobación de la constitución se prorrogaba el mandato de Pinochet por ocho años más, a contar del 11 de marzo de 1981, fue una verdadera burla. El fraude electoral, al amparo de la inexistencia de registros electorales, es uno de los factores que le restan legitimidad. El otro y más importante, es su concepción autoritaria y excluyente, reflejada en las llamadas “bases de la institucionalidad”, que contienen hasta el día de hoy, y aún post reformas de 2005, una concepción franquista del poder político, que desconfia de la democracia y por tanto la llena de guardianes. Ello, sumado a las cláusulas pétreas, impide el debate sobre su modificación. La concepción naturalista y conservadora del ser humano, de la sociedad y los grupos intermedios; la desconfianza de los movimientos y partidos políticos; las instituciones contramayoritarias que están previstas para controlar el poder legítimamente generado, más el precario reconocimiento de acciones efectivas para el amparo de afectaciones a los derechos civiles y políticos, y total desamparo de los derechos económicos, sociales y culturales, hacen que esta constitución, incluso con reformas, mantenga las divisiones de opinión sobre la misma (cuestión sin gravedad a mi juicio, pero que es una verdadera obsesión del Presidente) y su falta de representatividad y legitimidad (cuestión de la máxima gravedad).

No tenemos una nueva constitución. No existe la tal Constitución de 2005. No se logrará por arte de magia que su texto sea representativo y que selle la transición, porque la única manera sana de lograr aquello es convocando a todas las fuerzas sociales y políticas del país a un debate que permita asegurar que la legitimidad de la norma suprema que resume las aspiraciones de convivencia de un pueblo. Porque eso es una Constitución, y no como algunos señalan, un mero “rayado de cancha”, fea metáfora, más fea aun que lo que quieren significar, el cretinismo del pueblo de Chile. Y eso me ofende. El único modo legítimo es la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Chile necesita tener una nueva constitución, porque el actor más relevante, el pueblo, no ha dicho ni una palabra sobre ello.

03 septiembre 2005

 

Carpe Diem. Kelsen Poeta


Aunque no lo crean, Hans Kelsen, además de académico y jurista, era poeta. La siguiente, creo, es una invitación a gozar más la vida y distinguir lo importante de lo urgente.

CARPE DIEM

Bald, ach Bald wirst du erblassen,
Diese schöne Welt verlassen
Und vergessen sein

Darum sollst du dich nicht sorgen;
Stehts ist Heute, nie ist Morgen;
Zeit ist Schein.

Allzufernes nicht erträumen,
Dich kann naher Glück verräumen.
Nur was du ergreifst ist dein!

(Pronto, oh pronto empalidecerás
Dejarás este bello mundo
Y serás olvidado

Por eso, no debes preocuparte
Siempre es hoy, nunca es mañana;
El tiempo es ilusión.

No sueñes con cosas lejanas,
así puedes tener dichas cercanas
¡Sólo lo que tú tomas es tuyo!)

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